domingo, 30 de octubre de 2016

La disciplina que marcó los caminos de distintas sociedades. Desde Nelson Mandela, pasando por un equipo de presos, hasta Los Pumas.

El rugby es definido por un antiguo dicho británico como “un deporte de animales jugado por caballeros”. 




Y es rigurosamente cierto, al ser un juego de contacto que, pudiendo desencadenar una extrema rivalidad, en la mayoría de las ocasiones origina compromiso, compañerismo, humildad, motivación o respeto, tanto hacia el equipo propio como hacia el equipo contrario. Estos valores fomentados por el rugby podrían, de hecho, extrapolarse a la vida diaria de las personas (compromiso a la hora de desarrollar nuestro trabajo, humildad ante los demás y ante nosotros mismos).
Es la actividad humana más difundida y practicada en el mundo. Es juego y también negocio en estos tiempos, muchas más veces negocio que juego que no distingue clase social, pensamiento político ni creencias religiosas.El rugby  como tantos otros deportes  ha cumplido con el sentido más puro de la práctica deportiva: el revestimiento de dignidad aplicado en aspectos sociales.
Nelson Mandela (premio Nobel de la Paz en 1993) utilizó a esta disciplina para abolir los muros raciales que existían en Sudáfrica en los años del Apartheid


Hay estadísticas que reflejan que el 65% de los presos que recuperan su libertad vuelven a cometer delitos. Pese a esos números, ha bajado considerablemente el índice de reincidencia en quienes, durante su estadía en la cárcel, jugaron al rugby.
Una tarde lejana de hace varios años, algunos jugadores de Los Pumas (seleccionado argentino de rugby) visitaron el penal 48 de máxima seguridad de la ciudad de Buenos Aires. Cuando terminó el partido que disputaron –y disfrutaron– los dos equipos (presos y jugadores) rezaron el rosario. El deporte es un ámbito de la vida capaz de, al menos por un rato, despejarnos de las ataduras que nos impiden vivir libremente.
En Argentina, el ejercicio del rugby ha ido aumentando su aceptación dentro de una sociedad que no tolera las derrotas. Se ha instaurado al triunfo como el único destino posible al final del camino. Son héroes quienes ganan y villanos los que pierden. Pese a ese exitismo, Los Pumas lograron acortar la separación entre los obnubilados por las victorias y los perseverantes en las caídas.
El Mundial de Francia 2007 fue el punto de inflexión donde se comprobó que nuestro país podía ser una potencia a nivel mundial. Después de haber conseguido el tercer puesto en el certamen, los clubes se llenaron de chicos convencidos de desarrollar esa actividad que apenas conocían, pero que, de todos modos, los había capturado cuando quince jugadores cantaban el himno y lloraban, tacleaban y corrían, ganaban y festejaban.
El impacto fue de tal magnitud que, a partir del año 2012, y por iniciativa deAgustín Pichot (ex capitán de la Selección absoluta de rugby) Argentina participa del Rugby Championship, una competencia que hasta entonces era denominada como Tri Nations y donde sólo participaban las mejores selecciones del planeta: Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia. Allí, donde únicamente juegan los mejores, los resultados positivos llegarán luego de un proceso lógico de adaptación para que la bandera celeste y blanca también flamee en la elite del rugby mundial.
La más grande muestra de que el rugby es un deporte de caballeros se resume a una acción típica del juego: cuando el partido finaliza, los deportistas vencedores y vencidos forman una fila para aplaudirse mutuamente, se abrazan y se saludan extenuados, muchas veces sangrantes y abatidos. Y esos aplausos están fuera de toda lógica. Ninguna otra disciplina produce una acción tan humanamente genuina.




















Este deporte de contacto es un deporte de valores. En definitiva, los valores son los cimientos de cualquier sociedad, por lo que el respeto hacia el contrario, hacia las reglas o hacia uno mismo es lo más destacable de este deporte único

AUTOR:JUAN MARTIN SALINAS 
VIDEO:YOUTUBE


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