El rugby es definido por un antiguo dicho británico
como “un deporte de animales jugado por caballeros”.
Y es rigurosamente cierto, al ser un juego de contacto que, pudiendo desencadenar una extrema rivalidad, en la mayoría de las ocasiones origina compromiso, compañerismo, humildad, motivación o respeto, tanto hacia el equipo propio como hacia el equipo contrario. Estos valores fomentados por el rugby podrían, de hecho, extrapolarse a la vida diaria de las personas (compromiso a la hora de desarrollar nuestro trabajo, humildad ante los demás y ante nosotros mismos).
Y es rigurosamente cierto, al ser un juego de contacto que, pudiendo desencadenar una extrema rivalidad, en la mayoría de las ocasiones origina compromiso, compañerismo, humildad, motivación o respeto, tanto hacia el equipo propio como hacia el equipo contrario. Estos valores fomentados por el rugby podrían, de hecho, extrapolarse a la vida diaria de las personas (compromiso a la hora de desarrollar nuestro trabajo, humildad ante los demás y ante nosotros mismos).
Es la actividad humana más difundida y practicada
en el mundo. Es juego y también negocio en estos tiempos, muchas más veces
negocio que juego que no distingue clase social, pensamiento político ni
creencias religiosas.El rugby como
tantos otros deportes ha cumplido con el
sentido más puro de la práctica deportiva: el revestimiento de dignidad
aplicado en aspectos sociales.
Nelson Mandela
(premio Nobel de la Paz en 1993) utilizó
a esta disciplina para abolir los muros raciales que existían en Sudáfrica en
los años del Apartheid
Hay estadísticas
que reflejan que el 65% de los presos que recuperan su libertad vuelven a
cometer delitos. Pese a esos números, ha bajado considerablemente el
índice de reincidencia en quienes, durante su estadía en la cárcel, jugaron al
rugby.
Una tarde lejana
de hace varios años, algunos jugadores de Los Pumas (seleccionado argentino
de rugby) visitaron
el penal 48 de máxima seguridad de
la ciudad de Buenos Aires. Cuando
terminó el partido que disputaron –y disfrutaron– los dos equipos (presos y
jugadores) rezaron el rosario. El deporte es un ámbito de la vida capaz de, al
menos por un rato, despejarnos de las ataduras que nos impiden vivir
libremente.
En Argentina, el
ejercicio del rugby ha ido aumentando su aceptación dentro de una sociedad que
no tolera las derrotas. Se ha instaurado al triunfo como el único destino
posible al final del camino. Son héroes quienes ganan y villanos los que
pierden. Pese a ese exitismo, Los Pumas lograron acortar la separación entre
los obnubilados por las victorias y los perseverantes en las caídas.
El Mundial de Francia 2007 fue el punto de
inflexión donde se comprobó que nuestro país podía ser una potencia a nivel
mundial. Después de haber conseguido el tercer puesto en el certamen, los
clubes se llenaron de chicos convencidos de desarrollar esa actividad que
apenas conocían, pero que, de todos modos, los había capturado cuando quince
jugadores cantaban el himno y lloraban, tacleaban y corrían, ganaban y
festejaban.
El impacto fue de
tal magnitud que, a partir del año 2012, y por iniciativa deAgustín Pichot (ex
capitán de la Selección absoluta de rugby) Argentina participa del Rugby Championship,
una competencia que hasta entonces era denominada como Tri
Nations y donde
sólo participaban las mejores selecciones del planeta: Nueva Zelanda, Sudáfrica
y Australia. Allí, donde únicamente juegan los mejores, los resultados
positivos llegarán luego de un proceso lógico de adaptación para que la bandera
celeste y blanca también flamee en la elite del rugby mundial.
La más grande
muestra de que el rugby es un deporte de caballeros se resume a una acción
típica del juego: cuando el partido finaliza, los deportistas vencedores y
vencidos forman una fila para aplaudirse mutuamente, se abrazan y se saludan
extenuados, muchas veces sangrantes y abatidos. Y esos aplausos están fuera de
toda lógica. Ninguna otra disciplina produce
una acción tan humanamente genuina.
Este deporte de contacto es un deporte de valores. En definitiva, los valores son los cimientos de cualquier sociedad, por lo que el respeto hacia el contrario, hacia las reglas o hacia uno mismo es lo más destacable de este deporte único
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